19.08.97 [suicidio]

Érase Augusto, otro de
muchos que divagasen
asolados caminos.

De pronto, no creyólo:
sí, sí lograba entender
¡vida insignificante!

Un grito, del postrer
estruendo, se expandía
a lo largo de lejanos
espacios; como un réquiem
llevóse consigo, su
recuerdo de los olvidos.

[comentario en el 2005: escrito durante la hora de clase de castellano y la profe se preocupó]


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