Eres tú, perfumado pétalo que algún día encontré
-rodeado de luz, respiraciones y palomas-
único durazno, morderé con humo y vientos.
Sopla, viento tormentoso del norte,
sopla, huracán y lluvia proveniente de las montañas
lágrimas hechas nubes, aletear asincrónico de miradas
nubes anunciando la negra tarde, fuego derretido,
espadachines tendidos a lo largo del llano, signo de muerte.
Sopla tú, déjame tomar del palpitar eterno, camas revueltas
y suspiros.
Cuerpos moldeados uno
y sueños
y repentinas explosiones de rojo y verde, halagador prado entee ríos
bosteza y sopla, maduras espigas del corral no amarrado
quiero sentir el aire hecho hielo golpear mi pecho
la lluvia sacudir mis pies una y otra vez
pues, ordena tus libros; parte en dirección al vacío de
ramas quemadas, y haz soplar
quiero postrarme sin fuerzas, como búfalo herido, a tus pies
pedir frutas, víveres y agua, y compasión
besar formas sonrosadas, con desesperación fatal del pozo y veneno
y escuchar.
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