Las hojas están
cayendo…
Una tras otra, otras dos,
de par en par.
Tocan el suelo
una tras en otra…
Gráciles y delgadas
sensibles, frágiles;
un niño,…
en medio de penumbras,
espera su padre.
Sus ojos.
Suavemente se deslizan
ya rozan casi…
¡ah! Voló otra vez.
El movimiento, para ellos
no existe, al parecer…
todo es
el momento, un instante
la espontaneidad del existir.
Un jóven…
rebosando de íntima felicidad
escucha
-él no existe. Es sólo ella-
un arrollo que corre
por lo profundo del bosque…
Delgadas láminas enverdecidas
finísimas, casi puedo, a través de ellas,
ver.
La claridad, la transparencia.
¡quién no querría que así fuese!
-sólo la verdad-.
Hojas caducadas
demasiado duras tal vez,
caen del cielo;
bendición del Eterno.
El placer, de altos costos,
enaltece al más ruin.
Una meta… la visión
realizada ya.
¿Qué no darías
por disfrutar tal dicha?
Ya reposan, serenos,
bajo mis pies…
ignoro lo que será de ellos.
¿algún día..? quizás.
Cansado de reflexionar,
dirijo mi mirada
hacia arriba…
¡qué buen día hace hoy!
saldré a pasear un poco.
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