Sol y

De nuevo está allí. Algunas noches no la he visto, pero es indudable que debe estar allí, sólo que oculta tras algún objeto oscuro como el cielo nocturno, algo así como cuando pongo mis manos entre mí y el sol y entonces no la puedo ver.

Innumerables veces he pensado si aquella masa uniformemente blanca y brillante no será solo uno más de los tantos faroles puestos en las veredas, sólo que no puedo apreciar el palo de cemento que lo sostiene por su gran tamaño, así como no puedo palpar la curvatura de la tierra. Recuerdo que un vecino mío le interesaba sólo temas así. Ahora no vive acá, un día llegaron unos cinco bomberos, los del 451, y un oficial me dijo que se estaba mudando de la casa. Parece cierto. Algunos días después de que se lo llevaran, llegó un nuevo vecino. Eso pasa cuando alguien se muda. Se va el antiguo y llega uno nuevo.

El estruendo de un vehículo gris doblando justo al frente mío me regresa a la superficie. El intruso dobla otra esquina y ruidosamente se pierde entre el bosque de vehículos a cuatro ruedas. El silencio continúa.

No sé por qué, pero creo tantear en mis memorias unas vagas voces, voces graves y fuertes que hablaban de esa luz en el cielo. Recuerdo también los rostros, la maestra de geografía dictando palabras sin gran importancia, palabras que hablaban de planetas y satélites¡¦ puedo evocar con algún esfuerzo, esos ojos opacos y miradas severas, y las clases que se repetían día a día… hasta que un día eso terminó, al menos creo que terminó, porque ese pasado mío no se une en ningún punto a mi pasado actual, al yo saliendo a trabajar los días de la semana, invariablemente, muy parecido al otro pasado. Lo único diferente que sea de alguna importancia, sería que ahora nadie me dice lo que es esa cosa blanca, redonda allá arriba.

Extrañamente, algunas horas del día se vuelven más oscuras; algunos objetos pierden su color y se vuelven negras, aparecen luces de rojo y verde en los almacenes, y los faroles, antes opacos pedazos de vidrio blanco, se vuelven luminosas, muy luminosas, y al pasar por debajo de ellas veo mi sombra – así me dijeron que se llamaba – más nítida que cuando no estoy bajo ellos.

Todo esto ocurre junto a la salida de ese resplandor grande. Quizás los administradores del local, zona TCM-3,7C consideran esa luz lo suficiente como para apagar el sol (el otro resplandor, potentísimo, que se ve cuando no está todo oscuro) y reponer lo que falta con esas luces rojas y verdes y los faroles; no lo creo ? estas horas son tan diferentes, no hay personas en los caminos, me gusta caminar más a esta hora.

Date line (27/08-30/08)

Un perro revienta a llorar. Dicen que eso se llama aullar, pero.. no sé. Llora, digo yo. Es como un tridente cortando las frescas brisas de la mañana. O una buena lata de whisky en una tarde de invierno. Da gusto oírlo.

Arriba está esa cosa brillante, cuyo nombre recuerdo ahora. Cortando y abriendo, a fuerza de pesados machetazos, está conmigo, haciendo resonar su cadencia suave y melodiosa dentro de mis oídos.

Quema. Caigo de rodillas y gruesas lágrimas gotean, manchan el cemento gris. La alarma más próxima se enciende y al poco tiempo los de la 451 me rodean. Mientras dos me sujetan por los brazos, uno me venda los ojos y otr me tapa la boca. Muerdo con furia, tratando de liberarme pero siento una repentina picazón en el hombro izquierdo.

La verdad se derrite, se diluye entre los gritos y el chillido del camión de bomberos, de los puñetazos en la espalda, el frío, los pasos presurosos de botas chocandos entre ellas, la noche avanzada…

De todos modos, la luna está en el cielo.

30.08.99


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