05/07

La mirada penetra el alma y deja huellas por el resto de la vida. Qué dicha, si pudiera internarme en tus ojos claros como esta mañana transparente, colores animosos mezclados con hojas jóvenes. Qué dicha si pudiese vivir constantemente en el mundo oculto tras ambos pupilas, puertas que comunican esta realidad con la tuya. Si cada mirada fuese una paloma blanca, cada ojo un cielo dorado para llenar de aves exóticas ese techo celeste, cada alma una isla del mar del sur al cual los pájaros emigran; sería como vivir de brillos ópticos, sería nadar embargado de belleza y esperanza.

Cuántas veces, como queriendo marcar un pasaje memorable de alguna exquisita historia, he grabado en mi mente páginas abiertas, momentos increíbles que hacen del diario sobrevivir el paraíso terrenal. Así como cuando se besa el instante no se olvida nunca, ese pedazo de recuerdo que el espíritu guarda taimadamente, las capas de las estaciones se sobreponen y van quedando… así quisiera traer también hechos, objetos y recuerdos que me inspiren a escribir o cantar, antes de volar por esas dos puertas. Atesorar eternamente el gozo y la magia que hay en ver una pálida mariposa pasar de flor en flor, la calidez de una mano en días de congoja y lluvias; el sentir que soy humano, que viene al abrazar a mi hermano aun en medio de rabia y descontento. Entrar por las dos puertas y quedarme allí encerrado, irremediablemente encerrado, disfrutando el paraíso que no habrá dos veces – entonces moriré, no tendría más cosas que disfrutar sobre la tierra.

05/07
08:40


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