La Aventura de hoy

La Aventura de hoy
por Sergio Romero

-¿Aló? Buenos días. ¿Estará Carlos?
-Sí, ¿de parte de quién?
-De Manuel.
-Ya, espere un poquitito.
Al rato, Carlos estaba en el teléfono.
-¿Aló?
-Aló, ¿Carlos?
-Sí, hola Manuelillo. ¿Cómo estai?
-Bien, bien. Oye, ven al tiro para mi casa.
-Okay, ya voy. Me visto y rajo pa´tu casa.
-Ya, chao chao. Apúrate.
-Ya. Chao, chao.

Manuel, muy contento porque su amigo venía a su casa, después de largas ocho horas de descanso sin verse. De repente suena el timbre.

Ese tiene que ser Carlos – se dijo, muy contento. Bajó las escaleras, o sea, se tiró por la baranda y corrió hacia la puerta; miró por el ojo mágico. Y como una neblina, ve a su peor pesadilla: la señora Labrentina Concha, con la cual había tenido muchos problemas.

me vendrá a retar por el experimento que hicimos con su gato o por haber inundado su patio ya se me viene a pedir prestado un secador de pelo para su peluca

Manuel abre la puerta y cínicamente dice:

-Hola señora Labrentina. Cómo esta usted.
-Mira mi´jito. No te vengas a hacer el educadito conmigo y explícame: ¿qué pasó con mi gato?
-Bueno… este… yo… yo quería ver cómo era la piel del gato, así que lo pelé enterito – como ¨buen¨ amigo que era, Manuel no quiso delatar la descabellada idea de su amigo Carlos.
-Ya, no me digas nada más. Ya hablaré con tus papis. Pero por mientras, te prohibo la entrada a mi casa y patio. Y nunca más te acerques a mi gato.

Cuando la señora Labrentina se retiraba, Manuel ve que Carlos viene corriendo a su casa.


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