Cántame, ciervo mío, desde lo más recóndito de mi alma.
Cántame, y haz llover sobre mí lirios y olas de suspiros,
vientos floreciendo al compás del amanecer
suaves sonrisas, cántame, flor entre flores.
Nada escondas, abre tus labios, descubre mi herida,
vibra en lo más alto entre cielos y liras, alegra las
nubes y brisas entre cunas de niños y poetas; crea
leyendas, iré a buscar tu tesoro, si llueves y relampagueas,
enciendes la chispa perdida en mis ojos.
Torrenciales son tras la cortina purpúrea, mumullo de voces
y carcajadas discretas, y respiración agitada. Canta los amores
de Hermes y Afrodita, contadme historias de príncipes y
náyades, lagos encantados y cielo estrecho. Renace desde
mi interior, oh alabanza olvidada, renace y vislumbre
agitada paz y cabalgata de peces exteriores, volcanes celestes,
ojos, pupilas echando luz y lava.
Cántame, háblame por las reales palabras de tu ser, del ignorado
deseo, cálida sumisión, ardillas corriendo y comentando unos primeros
sonidos, emociones que nos has transmitido, farol mío.
Separa ambos labios, y devuélveme lo que te dí sin razón;
acerca a mis ojos los tuyos, cántame por última vez – cállame.
28/06
20:15
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