Año: 1998

  • 06.12.98

    Tiernos sonidos golpean la noche oscuridad, frío y silencio que penetran, sigilosos, los más reconditos espacios. Aguardan el amanecer, acechan una víctima. Las caracolas preparan otra velada lluviosa acongojados, resbalan sobre tupidas hojas, acarician, como la respiración al cantor, oídos furtivos. Él va pasando, por medio de piedras, rocas, sus párpados esconden funesto dolor. Claros […]

  • 12.05.98 [las hojas están cayendo]

    Las hojas están cayendo… Una tras otra, otras dos, de par en par. Tocan el suelo una tras en otra… Gráciles y delgadas sensibles, frágiles; un niño,… en medio de penumbras, espera su padre. Sus ojos. Suavemente se deslizan ya rozan casi… ¡ah! Voló otra vez. El movimiento, para ellos no existe, al parecer… todo […]

  • 16.11.98

    Rayos de luna oscurecen mi ventana los grillos cantan; ruge el viento fuera soñar, pensar, recordar recordar espacios estrujándose voces cuyas formas besa el pie. Colores del porvenir violeta, rojo violeta rojo sueños fantasiosos que acaricia un espíritu joven; violeta soñar pensar rojo recordar negro negro negro. Tristeza cuyo simiento remueve la más viva alegría […]

  • 11.11.98

    Fuese aquello repentino destello de laurel, claras lunas protegen el horizonte sopor cuan disipa inesperado encuentro calma, paz, quietud. Remolinos de aire, coloreados, púrpura, verde, celeste seres cuyo ruido por las noches suplican, llaman, canturrean el más preciado ideal: amar… Blandas alegrías surgen de la cálida superficie como el sauce; reflejos sobre un lago en […]

  • 09.11.98 [es ella]

    Si sólo pudiera, si tan sólo me permitiera tocar tus manos, ver tus pupilas, oír un canto solitario, vibrando la clara mañana levantando tormentas de paz, feroz locura estrujando las últimas gotas una rosa quebrada gaviotas que caen sólo veo, siento, oigo oigo, sí, ¡es ella! Sonrisa que se retuerce tras un falso afán. Se […]

  • 03.11.98 [¡quién te viera!]

    ¡Quién te viera! quien te viera, pasar por entre los frondosos arbustos de mi jardín, pupilas cual iluminando el camino, plantas rejuvenecidas al toque de tu aliento. Quien te oyera, cantar entre las delicadas ramas entre árboles ocultos, arrollados cantar, cantar, no sea que muera alguien por oírte. Cantar, para agradar del Supremo sus oídos […]