Categoría: cuento

  • Literatura Queer revolucionaria (traducción)

    Traducción al castellano de «혁명적 퀴어문학» (Hiok-miong-llok Queer mun-jak, Literatura Queer revolucionaria) de 이상한 모자 (i-sang-han mo-lla, Sombrero extraño).

    Derechos de autor. yokim.net se rige por el GFDL y la Licencia Reconocimiento-Compartir Igual 2.5 de Creative Commons. Sin embargo, nótese que el texto original de 빨간 노트 (pal-gan no-ttu, Notas rojas) le agrega la condición No Comercial (también es una versión legal coreanizada, aparte de ser la versión anterior 2.0 pero éstas son inconveniences no relevantes en el contexto de la discusión). Acatando la condición Compartir Igual, la licencia para este subproducto (traducción al castellano) del original se rige por la licencia del original, no la que se especifica abajo en el footer.


    Este es una emocionante obra que tiene la revolución rusa como trasfondo. Nótese que hay un montón de fotos como parte de la narrativa.

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  • Contrario definitivo

    Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz.
    Génesis 1:3

    Se toma la frente con su mano derecha.

    La pluma corre veloz, ansiosa, sobre la hoja blanca, y deja sobre ella un río de líquido negro testimoneando su carrera infinita sobre el prado de invierno.

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  • Thanatopia

    Entonces el cielo era estrellado, la noche adelantada. Solo un par de grillos interrumpían de vez en cuando el silencio reinante. Un viento seco arrastraba lentamente las hojas en el suelo, éstas se revolvían formando remolinos y quejándose como pequeñas cataratas del interior.

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  • Bajo la lluvia

    I just want nature, I just want to stop civilization.
    -MOE Park-

    Miro, me abro paso entre los palos de agua. El cielo ha ennegrecido hace tiempo y los truenos anuncian un chaparrón sin precedentes. Miro.

    Tras la cortina, el silencio de la calle se ve gris y triste. Un chiquillo recorre en bicileta por el paisaje desolado. No pasan autos; nadie pensaría en pasearse con este clima. Alcanzo a oír imperceptibles rugidos del viento maltratando el suelo de concreto. Alguien pasa; alguien.

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  • Impromptu

    Los primeros canturreos de los pájaros se oían en medio de una difusa neblina matinal. El día tan solo estaba comenzando.

    Las brisa era helada, y soplaba en dirección a unos cerros al este de la casa, cubriendo el suelo verde de pequeñas gotas de rocío. A medida que el sol escalaba flojamente por el cielo semigris, los seres del prado despertaban uno a uno; el lugar se iba llenando de tristes rumores de hojas chocando entre sí, cantos quedos, y ruidos de pisadas en dirección al río.

    -Ea! Segundo, trae luego el balde, que tus hermanos están esperando.
    La culpable de esta pausa en el silencio era una anciana de edad inestimable, cubierta por una capa supuestamente blanca y una falda negra que alcanzaba a asomarse debajo de ella. Rancias flores secas, pálidas, lucían un opaco resplandor alrededor de su sombrero a la boliviana. Su espalda comenzaba a reflejar los efectos de los años, que se materializaba en una pequeña joroba con miras de aumentar a medida que pasara el tiempo. Sostenía en sus manos un largo palo de madera, la cual le servía de su tercer pie y como ocasional instrumento de castigo para los hijos aún no acostumbrados a su régimen de déspota ilustrada.

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  • Sol y

    De nuevo está allí. Algunas noches no la he visto, pero es indudable que debe estar allí, sólo que oculta tras algún objeto oscuro como el cielo nocturno, algo así como cuando pongo mis manos entre mí y el sol y entonces no la puedo ver.

    Innumerables veces he pensado si aquella masa uniformemente blanca y brillante no será solo uno más de los tantos faroles puestos en las veredas, sólo que no puedo apreciar el palo de cemento que lo sostiene por su gran tamaño, así como no puedo palpar la curvatura de la tierra. Recuerdo que un vecino mío le interesaba sólo temas así. Ahora no vive acá, un día llegaron unos cinco bomberos, los del 451, y un oficial me dijo que se estaba mudando de la casa. Parece cierto. Algunos días después de que se lo llevaran, llegó un nuevo vecino. Eso pasa cuando alguien se muda. Se va el antiguo y llega uno nuevo.

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  • La Ameba

    Todo pensamiento surge de la pérdida de una sonrisa.
    José M. Peña

    Nada. Nada tranquilamente en dirección a la luz. Al calor, la luz, felicidad. Rodeado de etéreo líquido, se desplaza hacia el foco luminoso y siente un animal placer aumentando a medida que se acerca a… eso. Eso, los rayos verdes, allí. Una sonrisa llena su alma mientras se mueve, agita sus diminutas colitas. No puede reír; no tiene boca, pero seguro que soltaría su estrepitosa carcajada si lo tuviera.

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  • Causa sin motivos

    Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz.
    Génesis 1:3

    Echado en su cómoda silla, escribe. Expresión seria, ojos graves como el amanecer que se observa a sus espaldas, pluma en mano. Escribe. Pliegos de hojas se mantienen derechas en su mano izquierda, mientras escribe con prodigiosa rapidez sobre el cuaderno encima del escritorio. Una lámpara fluorecente lo ilumina desde el techo. Luz blanca. Aún así, no puede impedir la intensa oscuridad que penetra por las ventanas. La habitación está semioscura. Paredes café oscuras, piso gris. Perfiles de grises edificios a lo largo de la ancha y alta ventana.

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  • La farmacia

    farmacia: laboratorio y tienda del farmacéutico.
    -pequeño larousse ilustrado 1992-

    Las negras sombras de los árboles avanzan en silencio. A medida camino, éstas van acortándose y avanzando hasta que los paso de largo y comienza el fenómeno contrario. No transitan muchos autos a esta hora. Son las nueve y media, tengo un poco de hambre pero voy feliz. Adoro este silencio y esta soledad; camino hechizado por el mutis de la calle, que hace unas horas bullía y gritaba, lleno de vida. Me gusta esta oscuridad mística que me rodea por todos lados. Antes de ayer divisé luna llena.

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  • Los Contrarios

    publicado en la biblioteca digital el aleph
    elaleph.com/libros.cfm?item=992124&style=biblioteca

    Me han dicho, en una de las numerosas horas de encierro, que todo viene de su contrario. Que los sagrados residuos fecales de los dioses se pudran si he de entender algún día lo que quiere decir eso.
    -reflexiones matinales nª030599, Yo-

    Consternado, tiró lejos su notebook. Estaba harto de todo, de su vida, de sus ideas locas, de su gente, de todo, todo… incluyendo esa alarma general que venía a importunarlo en pleno mediodía. Comenzaría la rutina de siempre; las voces, la confusión, unas reacciones, el momento culminante en que la calamidad arrastraba con todo lo que había en la superficie, la reconstrucción, y la vuelta al ciclo. ¡Qué hacerle! Así era la vida, le decían. Quizá. Tras presionar el botón rojo durante un par de segundos, tomó tranquilamente el micrófono y habló. Habló con voz glacial y maquinal, tal le exigía su oficio.

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  • Destino de un radical

    ¨Porque… el soldado nunca muere… sólo desaparece.¨
    McArthur, exgeneral de las fuerzas americanas en el pacífico, en su discurso de jubilación, al ser despedido por proponer un abierto ataque a China durante la guerra de Corea.

    Bocas abiertas. Rostros atónitos. Ojos interrogantes. Por momentos, reinó por la sala de conferencias un silencio de muerte.
    Luego de un lapso de eternidad, durante la cual todos mantuvieron un silencio no acordado, comenzó el vocerío…
    -¡pero cómo!
    -¡no puede ser…! ¡no aceptaremos tal blasfemia!
    -¡deberían ser castigados, es lo justo!
    Así que cada cual cree tener la solución… pero el curso de las acciones se decidirá en unas horas, y no serán ellos quienes opinen entonces- pensaba, riéndose de ellos, Protágoras, mientras recorría con la vista el resto de los concurrentes. Al encontrarse su mirada con Adriano, comprendió por el brillo de sus ojos que él pensaba lo mismo.
    Unas horas después, Protágoras y Piteas se encontraban en el patio central, discutiendo animadamente las consecuencias que podría acarrear tal acontecimiento. El sol radiante, esparciendo su calor por igual a todos, parecía indiferente a lo que ocurría allá abajo. Los acompañaba callado y cabizbajo, Adriano.
    -pero, ¿cómo fue posible que la información llegara tan tardíamente? –preguntaba Protágoras, ansioso de saber más detalles.
    -no pueden decir que fueron asesinados mientras no hallen los cadáveres. Supongo que ningún criminal querrá broncearse todo el día mientras permanece amarrado sobre un palo de madera. –era la burlesca respuesta de Piteas.
    -¿están acusando al estado de Sagunto como culpable?
    -cuando un cartaginés está enojado, hay que esperar hasta que se le despeje la vista. Personalmente, no tengo nada en contra de Sagunto.
    -¿qué crees que ocurrirá?
    -todo es posible, tágoras. La mayoría no está aún a favor de una represalia directa…
    -¿quién no teme a Asdrúbal? –comentó Adriano.
    -¿pero aún no se conoce la opinión del cónsul al respecto?
    Piteas se detuvo. Era un cartaginés clásico, robusto por exigencias de la vida cotidiana marítima. Mirándolo detenidamente, le dijo, como si tratara de despertarlo de su ensoñación: -aún eres muy joven, tienes mucho que aprender… podrías comenzar por pensar un poco antes de preguntar…

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  • La Aventura de hoy

    La Aventura de hoy
    por Sergio Romero

    -¿Aló? Buenos días. ¿Estará Carlos?
    -Sí, ¿de parte de quién?
    -De Manuel.
    -Ya, espere un poquitito.
    Al rato, Carlos estaba en el teléfono.
    -¿Aló?
    -Aló, ¿Carlos?
    -Sí, hola Manuelillo. ¿Cómo estai?
    -Bien, bien. Oye, ven al tiro para mi casa.
    -Okay, ya voy. Me visto y rajo pa´tu casa.
    -Ya, chao chao. Apúrate.
    -Ya. Chao, chao.

    Manuel, muy contento porque su amigo venía a su casa, después de largas ocho horas de descanso sin verse. De repente suena el timbre.

    Ese tiene que ser Carlos – se dijo, muy contento. Bajó las escaleras, o sea, se tiró por la baranda y corrió hacia la puerta; miró por el ojo mágico. Y como una neblina, ve a su peor pesadilla: la señora Labrentina Concha, con la cual había tenido muchos problemas.

    me vendrá a retar por el experimento que hicimos con su gato o por haber inundado su patio ya se me viene a pedir prestado un secador de pelo para su peluca

    Manuel abre la puerta y cínicamente dice:

    -Hola señora Labrentina. Cómo esta usted.
    -Mira mi´jito. No te vengas a hacer el educadito conmigo y explícame: ¿qué pasó con mi gato?
    -Bueno… este… yo… yo quería ver cómo era la piel del gato, así que lo pelé enterito – como ¨buen¨ amigo que era, Manuel no quiso delatar la descabellada idea de su amigo Carlos.
    -Ya, no me digas nada más. Ya hablaré con tus papis. Pero por mientras, te prohibo la entrada a mi casa y patio. Y nunca más te acerques a mi gato.

    Cuando la señora Labrentina se retiraba, Manuel ve que Carlos viene corriendo a su casa.

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