Autor: Yongho Kim 김용호

  • 21.11.97 [imitación becqueriana]

    Una sonrisa…
    mayor engaño,
    no hayarás,
    de tu vida,
    el reso.

    Una mirada…
    excitarás, enloqueciendo
    lo último de tu saber;
    quema todas tus
    neuronas.
    Mayor falsedad
    nunca sabrás.

    Un te amo…
    ¡ay! ¿lo crees?
    lleno, y asombrado
    jadeante ante todo,
    susúrrale a sus oídos,
    -yo también-
    luego, si deseas ser,
    mantén tu esperanza,
    mira el abismo, a tus pies,
    ¡tírate!

  • Las Guerras Púnicas

    Las Guerras Púnicas

    Curso: 1°M C
    Asignatura: Ciencias Sociales
    Profesor: Juan Salinas
    Alumno: Yongho Kim
    Fecha: 22/08/’97

    Introducción-Prologo

    Algunos escritores dicen, no con falta de razón, que la introducción es lo más difícil en un libro. Estoy completamente de acuerdo con ellos (especialmente cuando se trata de informes de C. Sociales); ¿Cómo introducir al lector, que vive la realidad que siente, a una realidad que existió hace cientos de aós y que ahora no queda ni un rastro? Esto es muy difícil, aunque se tenga en cuenta que el lector ya maneja el problema, pero muy didáctico también -según y cómo se considere- ya que ésta es la única sección donde se permite escribir con contenido humanitario, y no como las demás partes, donde todo debe ser formal y bajo las reglas. La lectura de una introducción es casi siempre MUY interesante (¿o seré yo el único que ha leído, una tarde despejada, una agradable introducción de un informativo médico?). Como sabrán, ésta sección es introducción, así que… ¡escribid libremente!

    Pero nos estamos desviando de nuestro objetivo principal, que es la de introducir.

    Bueno; lo que pasa, para los lectores despistados, es que hace más de dos mil aós existieron dos pueblos que se llamaban Roma y Cartago. Roma os sonará muy familiar a todos, pero ¿Cartago? ¿eso se come? No, desafortunadamente para los que están esperando ansiosamente la hora del almuerzo, pero Cartago era una antigua colonia fenicia fundada a fines del siglo IX AC. Para suerte de cartaginenses y avaros, Cartago se desarrolló rápidamente gracias a la agricultura y al comercio, dominando extensas costas del norte de Africa, Sicilia, Cerdeá y las costas sureás de Espaá, con lo que pasó a controlar el mediterráneo occidental. Pronto se encontró con Roma, con quien se unió para derrotar al gran general griego, Pirro. Pero tras derrotar a Pirro, debió luchar con Roma; pobres cartaginenses. En las tres guerras que entablaron durante un siglo y algo más, no lograron ganar ni una, y finalmente fueron destruidas completamente. Triste epílogo para un pueblo que prosperó más de medio milenio.

    En fin, veamos ahora (aunque parece ser muy temprano aún) las posibles introducciones: Roma, un pueblo guerrero sediento de sangre, destruyó sin compasión a los débiles cartaginenses; esto del punto de vista de los vencidos. Si lo vemos con el criterio del triunfador, Roma logró acabar con el monopolio comercial que injustamente pretendía el ambicioso Cartago y aseguró paz y libertad a lo largo del Mediterráneo. Hay otros que dicen que ésta sólo fue una más de las numerosas guerras entre los semitas y los no semitas. ¿Todos suenan bien? Pues estos no son más que propaganda de cada bando. Lo que en realidad ocurrió, eran los típicos conflictos que ocurren cuando surgen dos o más pueblos dominantes en determinado sectores previligiados. Bueno, ¿qué tenía de especial el Mediterráneo? Entre otras cosas, su clima, en especial agradable, también era centro de activas relaciones comerciales marítimos, limitaba con dos de las grandes cultras antiguas: Egipto y Mesopotamia. Esto y otras más, movieron a los dos pueblos a entablar guerra por el dominio de ella, de la cual Roma, que tenía más factores a su favor, salió vencedor.

    En las siguientes páginas, ud. podrá disfrutar de información detallada sobre los sucesos más relevantes de una guerra que duró más de cincuenta aós: Las Guerras Púnicas.
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  • 19.08.97 [suicidio]

    Érase Augusto, otro de
    muchos que divagasen
    asolados caminos.

    De pronto, no creyólo:
    sí, sí lograba entender
    ¡vida insignificante!

    Un grito, del postrer
    estruendo, se expandía
    a lo largo de lejanos
    espacios; como un réquiem
    llevóse consigo, su
    recuerdo de los olvidos.

    [comentario en el 2005: escrito durante la hora de clase de castellano y la profe se preocupó]