Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz.
Génesis 1:3
Se toma la frente con su mano derecha.
La pluma corre veloz, ansiosa, sobre la hoja blanca, y deja sobre ella un río de líquido negro testimoneando su carrera infinita sobre el prado de invierno.
Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz.
Génesis 1:3
Se toma la frente con su mano derecha.
La pluma corre veloz, ansiosa, sobre la hoja blanca, y deja sobre ella un río de líquido negro testimoneando su carrera infinita sobre el prado de invierno.
Una historia irreal basada en una observación real.
Voz: Lo recuerdas, querido?
Segunda voz: …
Segunda voz: Era una noche de los comienzos de verano, aunque ocasionalmente soplaban brisas refrescantes. Salía de mi casa a tomar un poco de aire. A sentir, cuando el viento era fiero, los caracoles cayendo de las hojas y reventándose contra el cemento de la vereda. A oír los ciegos rumores nocturnos, a palpar esa oscuridad un tanto derretida ante los faroles.
Tipo documento: material de preparación para el tema en la reunión de jóvenes.
Fecha:25/12/99 – 06:40
Fecha de entrega: 25/12/99 – 16:30
Es necesario conocer la naturaleza y especialmente los servicios que prestan los ángeles, pues es conveniente al creyente saber lo suficiente para no caer en la adoración de ángeles, ni ignorar los útiles obras que los ángeles realizan para llevar a cabo la voluntad de Dios. Además, si queremos conocer a Dios por sus obras, no nos podemos perder tan excelente creación.
Entonces el cielo era estrellado, la noche adelantada. Solo un par de grillos interrumpían de vez en cuando el silencio reinante. Un viento seco arrastraba lentamente las hojas en el suelo, éstas se revolvían formando remolinos y quejándose como pequeñas cataratas del interior.
I just want nature, I just want to stop civilization.
-MOE Park-
Miro, me abro paso entre los palos de agua. El cielo ha ennegrecido hace tiempo y los truenos anuncian un chaparrón sin precedentes. Miro.
Tras la cortina, el silencio de la calle se ve gris y triste. Un chiquillo recorre en bicileta por el paisaje desolado. No pasan autos; nadie pensaría en pasearse con este clima. Alcanzo a oír imperceptibles rugidos del viento maltratando el suelo de concreto. Alguien pasa; alguien.
Cada vez que el pueblo sufría de sequía o males del cielo,
los sacerdotes se dirigían al pozo sagrado, con el fin de calmar la ira de los dioses del agua.
Acompañábanse de fermosas vírgenes,
a quienes lanzaban al pozo tras finalizar el ritual del sacrificio.
Las vírgenes participaban del rito con actitud solemne y el rostro bajo,
pero siempre, después de ser lanzados al vacío y al profundo pozo,
quedaba sólo un grito agudo y largo, como único testigo triste del sacrificio fumano,
y las abundantes joyas y utensilios que los sacerdotes dejaban caer.
- Diego de Landa (1524-1579), Las relaciones consanguíneas del Yucatán –
Murmullos contenidos. Pasos firmes y cortantes, monótono ritmo de lanzas con puntas de piedra chocando unas contra otras. Penetrantes rayos del sol llenando la tensión general con un calor de mediodía.
Ella caminaba. Su largo manto púrpura se arrastraba esparciendo un soplo de perfume de canelo sobre el alfombrado de rocas pulidas y encajonadas a lo largo del camino al templo.
Delante de ella, con pasos sólidos y como si quisiese dejar una huella eterna en aquel sendero al pozo sagrado, el sacerdote avanzaba, con su túnica ceremonial cubierto de adornos simbólicos, partes de la barba blanca asomándosele por las espaldas, un machete a la cintura.